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viernes, 23 de diciembre de 2016

Cubanas: Valorando una buena yuca

- Mi vieja, usté la'jecha a "jervir" le "jecha" un poquito de sal, las tapa... y "corra que se'esbaratan".

Las  yucas que le compró mi abuela Beba a aquel vendedor ambulante jamás se ablandaron. Mi familia ganó, sin embargo, una frase para valorar la calidad de las yucas.

- Son de las de "corra que se'esbaratan"?

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Berlinesas: Amables supervivencias

Hecho extraordinario en Berlín: El conductor del tranvía (Straßenbahn) abrió las puertas,  ya cerradas y puesta la luz roja parpadeante,  a unos que venían corriendo. Un cubano diría "no le abren ni a su madre una vez que el  flash indica la salida". Y yo casi pierdo el cambio al S-Bahn en la otra parada buscando todavía una explicación lógica. Conductor amable o alma ocasionalmente reblandecida?


Ha salido el sol con una temperatura de -1 y una sensación de -7. Puro engaño de invierno europeo para mi mente tropical. En la radio anuncian que no habrá nieve en navidad. Entre la multitud que baja ahora acelerada del S-Bahn dos palomas picotean buscándose la vida.

-  Qué lindas son -  dijeron a mi lado en perfecto español.

 "Están alegres y las plumitas erizadas les forman un remolino en el pecho", noté.

Berlin 21.12.2016

PD: Contaré lo bello, lo sencillo...
pura expresión de libertad y sentimientos.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Oh nein! Deutschland: deuda con la compota de manzana



Los que disfrutamos la niñez bajo el abrigo del campo socialista teníamos entre los más controvertidos alimentos las compotas de manzana que llegaban desde la URSS por toneladas. Unos las odiaban por ser tan ácidas y otros con una felicidad infinita, como era mi caso,  las terciábamos con agua helada y azúcar para disfrutar una refrescante bebida tropicalizada.




Compota de manzana de la región de Brandenburgo


Con la caída del muro desaparecieron de cuajo los productos enviados por los hermanos socialistas, y entre los primeros ausentes mis bien-amadas compotas de manzana. En los años que siguieron conformaban la lista de las añoranzas de los cubanos cuando se reunían en los apagones a hablar de los tiempos de bonanza. No  es de extrañar que 25 años después, aún con el jet lag por el cambio de uso horario  las buscara casi con desesperación  en un abarrotado mercado alemán, diccionario en mano, por supuesto.

Apfelmus: compota o puré de manzana. Al descubrirlo mi corazón se aceleró y volé del mercado a la casa para chocar con aquel sabor tantos años ausentes. Con cierta decepción constaté que no era tan ácido como la versión rusa, pero bueno, del lobo unos cuantos pelos. Ahí lo tenía. Lo tomaba hecho refresco o puro a cualquier hora y con cualquier motivo.  Semana tras semana durante unos 7 meses estuvo en nuestra compra cual constante matemática. No recuerdo el día que le levanté una ceja para decirle que lo iba a dejar descansar un poco. “Hasta el Apfelmus cansa”, diría el poeta. Y yo digo: “Deuda saldada”.

sábado, 13 de agosto de 2016

Los buenos, los malos y los 55 años de la construcción del muro de Berlin

Imagina que vives en una bella ciudad donde compartes regularmente con familia y amigos. Una mañana te despiertas y descubres que en la acera de al lado soldados extranjeros están haciendo un muro. No tienes muy claro el objetivo pero al siguiente día la calle está cerrada. El muro se ha cerrado en redondo. Si quedaste fuera del redondel del muro, te acaban prohibir un espacio de tu ciudad, quizá aquel donde conociste a tu primer amor, o donde naciste. Para visitar a tu familia y amigos tienes que realizar trámites burocráticos y utilizar un punto de acceso específico, y en ese punto de acceso eres revisado como si fueses un criminal. Puedes realizar visitas cortas los domingos y sentarte en una cafetería donde tienes que pagar precios altos. Si quedaste dentro del muro han terminado para ti los días donde decidías libremente en qué lugar pasar las vacaciones. No podrás caminar hacia el otro lado sin pedir permiso, y deberás tener pasaporte. Si quieres salirte del muro, porque no deseas vivir dentro, lo puedes pagar con tu vida -y muchos lo pagaron. A partir de ahora en el punto de acceso se despedirán los de dentro y los de afuera hasta la próxima vez con muchas lágrimas.

Imagen actual más famosa del muro. Galería del Este, Friedrichschain


Este es solo un botón de muestra en la arista humana de lo que significó el fenómeno macro de la división del mundo en dos ideologías para los berlineses. Fue una pesadilla que comenzó el 13 de agosto de 1961 y terminó el 9 de noviembre de 1989. Constatar la realidad in situ, mirar fotos, videos, hablar con la gente, ha sido una experiencia enriquecedora que te hace pensar -tal vez demasiado- en esas dos divisiones de los buenos y los malos, lo justo y lo injusto, la verdad y la mentira. El cerebro te da vueltas, sientes mareo cuando enfrentas todo lo que un día creíste y ves que el fondo de la realidad no era como te lo contaron. Es doloroso -muy doloroso- el día que descubres que la libertad es mucho más que tener una vida con cierta seguridad. La libertad tiene que ver con que nadie intente frenar tu voluntad de expandirte como ser humano, ni imponerte lo que cree es mejor para ti. Y que la libertad de elección es un derecho irrenunciable del ser humano. Por frenar libertades fue tan controvertido ese muro.

El muro de Berlin cayó. Solo quedan pedazos de aquella pared y la mayoría de los alemanes celebra la reunificación(Wiedervereinigung). Siempre resulta fácil juzgar los hechos del pasado con perspectivas actuales. Y yo no quiero juzgar. El mundo ha sido- y al parecer seguirá siendo- así:  unos imponen las reglas del juego a los otros, incluso en cualquier elección el porciento en contra -aun en 1%- se deberá conformar con la decisión de la mayoría. ¿Son buenos o malos? ¿Cuál bondad o maldad prefieres? Muchos otros muros deben ser derribados mientras el mundo se sigue moviendo en ese caldo de cultivo lleno de variables: libertad, dinero, poder, sociedad, igualdad, desigualdad... De momento nada mejor que buscar su propia verdad y derribar sus muros internos, a fin de cuentas esos son los únicos sobre los que se tiene un poco de control.

domingo, 3 de julio de 2016

El football y yo II: limpiando rencores

Ayer viendo el partido Alemania-Italia en cuartos de final, sentí por primera vez desde Italia 90 deseos de que ganara Alemania. Me empecé a preocupar.  "Según tú tienes una aversión acérrima al football alemán y es una larga historia ya contada", me dije. "No estás siendo consecuente con ese rencor de un cuarto de siglo". En cada tiro al arco en la final de decidida por penalties estaba tensa. Y cuando Alemania falló dos seguidos se me apretó el pecho, luego relajación en el empate.

"Humm, me parece que los estás perdonando", seguí pensando. "Bueno al fin y al cabo aquel equipo no es el mismo ya", me justifiqué. Quizás es bueno tener un segundo equipo, por si el favorito falla al menos tener consuelo en el cual refugiarse. En la liga cubana de baseball lo tenías, aquí puedes hacer lo mismo. Mientras no jueguen con Argentina o Cuba, que esta  última no parece vaya a estar en la cima en los próximos tiempos... Al fin y al cabo es bueno reconocer que juegan bien. En esta limpieza de asperezas quizá influyó una entrevista "Dos héroes alemanes", al entrenador Joachim Löw junto a Udo Lindenberg(cantante insignia) -la primera leída y entendida-completamente en alemán. Si pierden -me empezó a doler pensar en la posibilidad que perdieran- al menos te consuelas de que ellos tienen algunos problemas resueltos que millones de personas no tienen en el planeta.

Foto fija del último penalty


Así en estos pensamientos llegó el esperado gol final, en las piernas de un jovenzuelo, que le dio la victoria a los teutones. El gol, además, sacó el rencor añejo de mi corazón. Sentí esa brisa fresca que me inunda cuando siento que un episodio doloroso no me afecta. Perdonados, aunque no olvidado.

domingo, 8 de mayo de 2016

Mis 7 emociones en Dresde

Dresde(en alemán es Dresden) es la capital del estado federal Sajonia(Sachen). Pertenecía a la República Democrática Alemana y era famosa por sus festivales de la canción socialista. Es una ciudad que combina las expresiones del arte para hacerte sentir con deseos de conocerla. El azar divino nos llevó allá y vivimos muchas emociones.


1. El valle del Elba.

Desde pequeña oí hablar de este río con el nombre de mi abuela paterna. Estar en la misma orilla, perdernos por los senderos, caminando por la ladera empinada y disfrutar el valle desde uno de sus castillos fue lo más emocionante de este viaje. Una mezcla divina de recuerdos y encuentros conmigo misma. El valle perdió la condición de Patrimonio de la Humanidad por la construcción de un nuevo puente. Pero esa vista del valle invita a muchas fotos... y a una jarra de medio litro de cerveza alemana.

Valle del Elba desde uno de los castillos
Desde una orilla, hacia los castillos del Elba
Barco turístico surcando el río
2. El Zwienger.

El palacio Zwienger, un edificio barroco,  contiene tres museos.
  • La colección más importante de porcelana mundial. La región de Dresden es la cuna de la porcelana Meisser, la más famosa de Alemania. Los fanáticos de la porcelana no deben perderse este recorrido por lo mejor del mundo China, Japón, y Europa desde tiempos inmemoriales. 
  • El salón de Física Matemática, expone instrumentos de medición muy antiguos: relojes, astrolabios, ... Joyas de la orfebrería y la ciencia.
  • La Galería viejos Maestros con obras desde el renacimiento hasta el siglo XIX. Se puede disfrutar de la Madonna de la Sixtina de Rafael y de algunos cuadros de Rembrandt, pasando por lo mejor de la escuela italiana.

Patio interior del Zwienger
La Madonna de la Sixtina, de Rafael (1512/1513)
Puerta de las coronas, una de las entradas del Zwienger

Porcelanas en Dresde, no mirar el precio

3. El casco histórico.
Pasear por el casco histórico es un regalo de 360 grados para la vista. Lo más asombroso es que fue casi completamente destruido durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruido en los años siguientes según las fotografías de los originales. Las mujeres y los niños llevaron la voz cantante de la hazaña.

Escaleras al balcón del Elba

Casco histórico
Iglesia luterana de Nuestra Señora, con una estatua a Martín Lutero

4. Encuentro con la tecnología de la infancia: Robotrón


5. Vistas de la ciudad con el río
Hay una vista muy famosa de la ciudad, inspiración de un cuadro del pintor veneciano Canaletto. La vista de Canaletto es  la famosa pero las demás inspiran a cualquiera.

Augustbrücke, el puente principal de la ciudad
Vista de la ciudad desde el Augustbrücke

Desde el balcón del Elba

Vista más alejada de la ciudad



6. El Großegarten (el jardín grande)
El pulmón verde de la ciudad puede ser recorrido en un trencito. La particularidad es que por tradición del parque los ninos y adolescentes vestidos de ferroviarios son los que venden los boletines y los chequean en las distintas paradas. La calle principal mide 2 km.

Großegarten


7. Visita a una manufactura de Volkswagen.
Hecha completamente de vidrios para el autoconsumo de energía. Fue construida al precio exorbitante de 187 millones, es un excelente lugar para curiosos.

Manufactura de VW













domingo, 1 de mayo de 2016

Oh nein, Deutschland! Diccionario en ristre o pan con manteca

En ese proceso de mudarse por tiempo indefinido a un país con un idioma desconocido uno de los choques grandes es encontrar lo que necesitas en el mercado. No vamos a hablar del surtido que cada cual se imagina que nada tiene que ver con un mercado cubano, sino de la dificultad que entraña encontrar lo que necesitas por su denominación. En los inicios la compra era siempre auxiliada por el diccionario buscando en los casos que no fuera obvio por su nombre o presentación. Pero hay momentos que la gente va entrando en confianza (nunca creyendo que sabes alemán, qué va) y ocurren fallos agresivos al paladar.



Aquí les dejo el diálogo de dos cubanos en un mercado alemán:

Él: Mi amor, mira esto luce bien para echarle al pan.
Ella: Ah sí, tiene algo de carne de puerco(Schwein), echándole una rápida ojeada a los ingredientes.
Él: A ver... el nombre Griebenschmalz... ¿Qué será?
Ella: Puedes buscar en el diccionario del móvil.
Él: Qué va, me pesa. Mejor no lo compramos... Es que no sé… No estoy seguro. Bueno... no vale tan caro.
Ella: Cómpralo mi amor y tomamos eso como algo nuevo a probar esta semana.

Y él lo depositó en el carrito de compras.

Un desayuno días después.

Ella: Ah no hemos probado eso de echarle al pan.
Él:  "Pérate"… ahora mismo.

De precipitada ella tomó un poco con la punta del cuchillo  y se le descompuso la cara en un momento.

Ella: Esto sabe a pura manteca de puerco. Uf, con los años que hace que quité eso de mi dieta.
Él: (Buscando en diccionario) Pues mira que sí es manteca(Schmalz) con chicharrones(Grieben), o sea lo que en Cuba llamamos una manteca con surrapa de chicharrones, ni más ni menos.

La manteca fue a dar entre carcajadas incontenibles al fondo del congelador esperando utilizar un poco en algún plátano o yuca antes de lanzarla definitivamente.



miércoles, 20 de abril de 2016

Tulpenfest: La fiesta de los tulipanes

Este domingo se celebró en Postdam, ciudad siempre encantadora a menos de una hora de Berlin la Fiesta de los tulipanes(Tulpenfest 2016). Por el nombre puede pensarse que se encontarán solo tulipanes, o sea esta maravillosa flor símbolo de la primavera pero no, es toda una fiesta de tradiciones holandesas. Vale aclarar que en Postdam hay un barrio holandés que es todo un ícono  de belleza y tradiciones dentro de la ciudad.

Los tulipanes son de una tierna belleza, y una variedad de colores bastante amplia, tenerlos cerca es una de las maravillas de esta aventura europea.

Tulipanes.


Hoy dejo que las imágenes hablen por sí mismas.


Los zapatos de madera, cómodos en verano, calientes en invierno.(según el slogan)

Ah, los Poffertjes...deliciosos con licor no aptos para ninguna dieta

Danza de los mayorcitos, trajes típicos y los zapatos de madera

La danza tiene parte de actuación y buena coreografía.

Tejiendo la lana de las ovejas... funciona ...mira el video debajo

Hilando la holandesa.

Escenario para música tradicional.

Sonaron bien y animaron la multitud.

Como corre tras la "vaca".

Quien dijo que hace falta lavadora :)



Como verán me entretuve tanto en otras tradiciones que al final no le saqué foto a los que vendían semillas de tulipanes.

sábado, 9 de abril de 2016

Oh nein, Deutschland! Fallo de la tecnología o primer escándalo cubano en alemán

Hace unos días hablaba que la gente tiende a tirar un velo de perfección al mencionar Alemania. No los culpo, también yo al inicio. Lo que ocurre es que el que viene con mentalidad subdesarrollada a veces duda de que todo en una sociedad funcione. Un mal funcionamiento es una excepción y se convierten en un verdadero asombro que a veces no sabes cómo manejar. Así guiada por esta idea de perfección teutona un muy frío y lluvioso día de marzo 2015 me dirigí al correo más cercano a echar una carta. La carta no tenía sello (Briefmarke). El correo estaba cerrado pues aún no eran las 8 y abría a las 9. Pero para mi "gran suerte" había un expendedor de sellos (Briefmarkenautomat), un aparato similar a un cajero automático, pero que introduciendo monedas o la tarjeta magnética expendía sellos de cualquier denominación. «Verdad que estos alemanes están "escapados"», pensé. Ah, pero cuando reviso en mi cartera no tenía suficiente menudo pues una carta nacional que era el caso necesitaba 0,65 €. El choque con la nueva tecnología siempre asusta, y bueno yo estaba muy asustada pero debía resolver. El aparato no aceptaba billetes, así que metí mi tarjeta magnética. Luego el procedimiento de seleccionar(auswahlen) el sello, y luego... no entregaba el sello, la tecla Cancelar no funcionaba, y lo que es peor: no salía mi tarjeta magnética.

Expendedor automático de sellos(Briefmarkenautomat)


Me ayudó la solidaridad alemana pues un retirado(Retner) que pasó por allí con su carrito de compras intentó ayudarme. Fue a un taller automotriz del frente y pidió una pinza. Tarea infructuosa, aquello inamovible. Luego localizamos en Internet el número de Deutsche Post y nos dieron la infeliz noticia que demoraban alrededor de cuatro horas en venir pues eso es un servicio centralizado para toda la ciudad. Hasta la 1:00 pm(aún faltaba para las 9:00 am) no vendrían. Agradecí al Retner su ayuda y luego descubriríamos que éramos vecinos pues nos encontramos de vez en cuando en el parque cercano. El correo abrió a las 9 y yo tenía la esperanza de que ellos pudieran hacer algo, pero no.

El asunto se complicaba pues yo tenía una cita(Termin), por lo cual no me podía quedar vigilante de mi tarjeta las cuanto horas. Con mucha humildad y usando lo mejor que pude la formalidad alemana(Bitte, Können Sie...Por favor, podría Ud...) le pedí al empleado de Deutsche Post que le pusiera un cartel al Briefmarkenautomat que impidiera que alguien pudiera coger mi tarjeta. Y el muy cuadrado descaradamente me dijo que no. Le pregunté que si él tomaba la responsabilidad(casualmente me había aprendido esa palabra el día antes Veranwortung y ahí la consolidé). Y el muy degenerado me dijo que no. Ya sin otro recurso que meterle un escándalo cubano en alemán a aquel tipo me viré hacia la cola y con la rabia contenida y llanto de no saber qué carajos hacer lancé un discurso ablanda fibras pero con volumen solariego en mi mal alemán. «Yo no conozco a nadie en esta ciudad, y me pregunto si es posible(möglisch) que nadie me pueda ayudar, es mi dinero(Geld) y no puedo dejar todo mi dinero ahí para que alguien lo coja». Un asustado colega del irresponsable lanzó un «Warte mal!» (Espere) en lo que buscó una precinta oscura y un plumón permanente con el que selló el orificio donde estaba atrapada mi tarjeta y advertía que el equipo estaba fuera de servicio.

Cuatro horas más tarde, cuando pasé a buscar la tarjeta, el irresponsable era toda una ovejita sosegada que hasta se disculpó (Entschuldigen Sie bitte), y me exoneró de enseñar el pasaporte a la colega que me lo pedía para devolverme la tarjeta. No digo yo si me iba a recordar.

sábado, 26 de marzo de 2016

Oh nein, Deutschland! Buzos cubanos en Berlin



Desde el año 2000 no he tirado un papel fuera de un cesto. Esa enseñanza de vida me vino por una canadiense en el congreso de la OCLAE cuando me pidió la envoltura de un caramelo que yo me aprestaba a lanzar por la ventanilla del bus. Sentí tanta vergüenza por mi irresponsabilidad en la limpieza de mi propio país que desde entonces puedo cargar cualquier papel, servilleta usada ya sea en abrigos o carteras durante mucho tiempo a la espera de que aparezca un cesto en mi camino. Durante un viaje Hannover-Berlin guardé en unos de los bolsillos de mi abrigo chubasquero dos servilletas a la espera de un cesto. Unos días después en la calle descubrí que aún andaba con las servilletas, pero le sumé otra que envolvía una manzana que me estaba comiendo. Ya el bulto de era claramente visible y me dije: «En cuanto te bajes en la estación botas tu pequeño microvertedero en el primer cesto que encuentres». Y así lo hice. Ya liberada de mi carga de papeles, me monté relajada en el cambio de tren hacia la casa para disfrutar así de un merecido descanso en una helada tarde de invierno berlinés.

Cual no sería la sorpresa cuando intentar abrir la puerta me doy cuenta que no traía las llaves. Suerte que mein Mann estaba en la casa y pude entrar. Como una demente vacié mi cartera y bolsillos. Repetí en mi mente la trayectoria paso a paso hasta el momento en que casi con toda seguridad boté las llaves en el cesto enredadas en las servilletas. Se me unieron el cielo y la tierra en un estruendo en el que explotaron varias neuronas en mi cerebro ante ese delicado gran problema. Sin perder mucho tiempo hicimos el camino de regreso bajo un frío con nieve fangosa de -2 grados y una ventisca que recordaba la estepa rusa hasta el cesto receptor de las llaves. Metí mi brazo con guantes por la pequeña abertura y a escarbar . A esa hora tienes la impresión de que todo el mundo te mira, que el universo se detiene en ese instante bochornoso… «La única ofensa es tener testigos», pensé en Silvio Rodríguez, y pedí a Dios que no pasara ningún conocido. Como tengo los brazos cortos y el cesto era un poco más largo que lo que podía alcanzar, mi partner se solidarizó conmigo y también buscó algún sonido esperanzador. Búsqueda infructuosa. «Hace diez minutos vaciaron los cestos», nos confirmó un vendedor de Curry Wurst testigo presencial de nuestra búsqueda. «Es que perdimos un papel importante», intentamos explicar nuestro «buceo».

El resto de la noche fue en un mercado enorme, digámoslo eufemísticamente, mejorando nuestro vocabulario en alemán relativo a las Schlüsseln(llaves), cambio de llavín (Türschlüsseln), que por cierto la traducción en Google Translator decía otra cosa. Lograr que los servicios desbloqueadores de puertas entendieran nuestro problema fue infructuoso, por suerte, pues querían cobrar un ojo por la nocturnidad y como teníamos otra llave no había necesidad de tanta urgencia. La aventura, como cada cosa incontrolada, costó unos 150 euros, sin contar el tiempo de escribir carta de autorización especial (Genehmigung) para la nueva llave del edificio, medir nuestra puerta, encontrar un nuevo llavín que viniera bien. No le contamos a nadie nuestro imprevisto y vergonzoso tormento hasta hoy, pero al fin y al cabo el tigre europeo no estaría completo sin esa raya del «buceo» en Berlín.

martes, 1 de marzo de 2016

Oh nein, Deutschland! ... y la primera frase aprendida en la calle



Pues sí que hace días tengo esta idea en la cabeza y como no dejo que las ideas me acosen demasiado y también cuento con la anuencia del otro protagonista de la aventura germana me he decidido a contar algunos episodios inéditos de esta estancia en Alemania que ya pasa de un año. Habrá mezcla de idioma también pero la idea es guardar nuestro paso por aquí.

Un tiempo antes de salir de Cuba, para disipar miedos le escribí a una de mis mejores amigas, la que consideraba que era la más adecuada para darme una visión general de esa experiencia que es abandonar sin fecha de regreso el lugar donde se nació. En un correo que casi puedo repetir de memoria por las veces que leí, incluso ya estando en Berlin, me dio su perspectiva de este fenómeno. Pero me dijo ahora mismo no lo mires como un problema, míralo como que tienes más opciones, y vívelo como una aventura. No lo niego ese término me cautivó… y me animó a vivir mi aventura europea.

La mayoría de la gente tiende a tirar un manto endulzado sobre lo que es vivir fuera de Cuba. Y conozco gente que dicen: Alemania , ah, estás en lo máximo. O sea creen en la perfección teutona y en la total ausencia de problemas, descalabros, situaciones difíciles, o sea un bello jardín donde se vino a pasear. Pero como diría quien lo dijo: La realidad es definitivamente más rica en matices.

Estas peripecias irán bajo el título Oh nein, Deutschland. El inicio de la frase, nos lo regaló un precioso niño de dos años y medio y literalmente es decir Oh no! La frase puede expresar un fastidio gracioso por algo que te viene encima y que definitivamente tienes que asumir. Y aquí les dejo con la historia de la primera frase que aprendí en la calle….

Hey Leuteeeee!!! o apártate que te llevo
 

¡Eh, gente! (Leute), nuestra aventura comenzó, al menos para mi, viviendo en Charlottenburg, hermoso barrio del oeste Berlín que pertenecía a la parte inglesa durante la guerra fría. A pocos días de llegar para no perder tiempo e ir adelantando con el idioma me inscribí en la Volkshochschule de esa zona(escuela pública donde imparten diversos cursos). Para bajar de peso, pues llegué a Berlin con unas cuantas libras de más y quizá yo sea de los pocos casos registrados que al salir de Cuba pierden peso, yo hacía diariamente al menos uno de los dos recorridos de ir o venir a pie. Salía una hora antes de casa y caminaba los cuatro km hasta la escuela tratando de mantener un paso acelerado en todo momento.

Los recorridos hasta la escuela tenían además el valor de ir descubriendo cosas. Mientras caminaba miraba sin detenerme demasiado la arquitectura de esos robustos edificios, tratado literalmente “disfrutar el camino”. De vez en cuando hasta una que otra foto tiraba con el móvil para compartir con los amigos y que me acompañaran en esos momentos maravillosos de descubrimiento. Una de las primeras veces de este recorrido, a solo tres cuadras de la escuela mientras esperaba el cambio de una luz en el semáforo junto a otra compañera de aula que encontré en el camino, atiné a ver segundos antes de lo que pudo ser un accidente a un acelerado ciclista que nos gritó con toda la fuerza de sus pulmones: Hey Leuteeeee!!!! (¡Eh, genteeeee! ) para pasar casi rozándonos la nariz a toda velocidad en una bicicleta.

«¿Pero qué carajo es esto?»- se me escapó en el más asustado y sonoro castellano. Mi compañera de clases se quedó blanca como un papel y casi de piedra en lo que ponían la señal del Ampelmann en verde para poder cruzar. Por coincidencia histórica la clase de ese día fue sobre el transporte en Alemania. Ahí supe que el acelerado ciclista tenía la razón pues estábamos parados en su Fahrradbahn. En Berlin las bicicletas, distinto a Cuba, van por la acera, generalmente esta banda o senda es de un material distinto o está pintado y te das cuenta. Claro, Leute, cuando lo sabes. Ahora mientras andamos de caminata berlinesa solo una frase basta: Hey Leute! Y nos apartamos de la zona de peligro.

Fahrradbahn entre el cesped y la acera. Kulturforum, Berlin






sábado, 6 de febrero de 2016

Esos perros satos cubanos



A mi sobrinita Denisse



(Este relato fue escrito en algún momento del curso 1999-2000)


De los perros, desde las caras mascotas amaestradas hasta esas criaturillas llenas de sarna, se ha escrito mucho. Me encanta leer sobre perros y siempre los perros me han inspirado amor.
Perros en un pórtico. Cuba

Eran las 10:30 de la mañana de un día soleado. Me sentía triste porque mis alumnos en la secundaria estuvieron muy excitados y no se portaron bien en la clase; sin embargo caminaba tratando de mantener el semblante alegre. Justo cuando casi llegaba a la parada se iba el camello. El camello, ese raro artefacto diseñado en la Habana para el transporte masivo de pasajeros es nombrado así por su similitud en la joroba central con ese animal del desierto. A pesar de que se llama metrobus, nadie lo llama por su «nombre científico» y el populacho prefiere llamarlo como una función matemática M(x), en aquel entonces), donde «x» es el número de la ruta, o simplemente camello a secas. Como el camello se iba no quedó otra alternativa que esperar el próximo.
En la parada de Mulgova además de los que esperaban alguna de las otras rutas de ómnibus, había un perrito que ladraba incesantemente, pues su dueño, al parecer se montó en el camello que vi irse. El perrito era un sato de unos 25 cm de altura, tenía una mancha negra en el lomo y orejas y el resto del cuerpo era blanco-grisaceo con unas pinticas negras más pequeñas. Las orejas medio peludas caían graciosamente. El bello perrito traía fango en las patas y salpicaduras probablemente regaladas por un carro al pasar por un charco pues había llovido el día anterior.
En mi mente nombré al perrito Terry pues siempre quise tener un perro para ponerle así. En realidad mi prima Yoyi y yo tuvimos varios perritos con ese nombre, pero al ser hijos de las perras de mi casa, Muñeca y Patricia, su tiempo de convivencia con nosotros no se alargaba mucho, sólo hasta que encontraban a quien regalarlos.
Terry comenzó a ladrar a cuanto carro pasaba por la carretera. Cada vez que le caía atrás a los carros, 2 o 3 metros no más, se me comprimía el corazón pensando en un triste final.
El perrito alternaba sus ladridos a los carros con saludos cariñosos, movimientos de su colita, a los niños que estaban en la parada. Y respondió con muestras de indescriptible alegría a un señor que le dio un pedacito de pan.
Yo tuve deseos de solidarizarme con él, pasarle la mano. No lo hice por cobardía, por temor a un contagio, después me arrepentí pero ya era tarde. 'Nunca debemos negar amistad o apoyo al que lo necesite, aun cuando sea un perro, pensaba yo un poco filosóficamente', pero temía.
En medio de mi indecisión sobre ser cariñosa con Terry se acerca el próximo camello. Pensé en que el pobre Terry quedaría allí en la parada solo, corriendo y ladrando detrás de cuanto carro pasara hasta que algún vecino lo reconociera y lo llevara a su dueño, o quizás una buena alma quisiera adoptarlo como mascota o simplemente fuera estropeado por un carro. En medio de estos pensamientos llegó finalmente el camello y... ¿qué ha pasado?
Al abrir la puerta del medio, como un bólido subió Terry. Aquí comenzó el diálogo cubano:
-¡Mira!... subió el perrito.
-¡Bájalo!
-Parece que el dueño se montó en el camello anterior.
-Espera, conductor, no cierres la puerta.
Nadie se decide a bajarlo y el camello arranca.
-Cógelo ahí pa' tirarlo pa' fuera.
-Yo voy a abrir la puerta- dice el conductor - y le das una «patá».-El conductor abre la puerta.
-¡Noooooooo! me da lástima...
-¡Es un crimen!
-Yo no podría, qué va...
Como nadie se decidió, el conductor cerró la puerta.
Terry, sintiéndose protagonista y dueño comenzó a ladrar y a mover la colita de felicidad. El camello avanzaba a toda velocidad hacia la otra parada contando esta vez una historia diferente.