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miércoles, 19 de noviembre de 2014

El placer de caminar sin rumbo

Hacía ya unos meses no disfrutaba el placer de caminar sin un destino previamente definido. Es de las cosas que más me gustan en la vida. Me fascinaba hacerlo de adolescente en Bayamo, luego en la Habana y ahora lo he saboreado y ¡con qué gusto! en Berlín. Caminar sola me permite bailar a mi propio tempo, reír con mis placeres, pero voto siempre por compartir emociones. Cuando dos de la mano sintonizan su deseo de simplemente deambular sin cansancios por una ciudad llena de sorpresas, de descubrir juntos una plaza, un museo, una librería o las fabulosas construcciones europeas, es sencillamente paradisíaco.

Este 19 de noviembre desandamos una parte de Berlin en la tarde noche nublada. Hacía quizá un poco de frío que no sentimos y caminamos por mucho tiempo. Nos bajamos en una parada del metro en una zona bastante céntrica (FriedriechStrasse) y caminamos explorando la zona muchas cuadras, zigzaguenado de una esquina a otra, pero sin perder detalles de la ciudad. Pasamos por hoteles lujosos, por el museo de las comunicaciones que es una belleza su fachada, nos detuvimos ante frases inscritas en el piso de alemanes famosos y pasamos buen rato en una librería. Las librerías en Berlin... mejor
les cuento otro día, creo que es mejor no aprender alemán porque a la
ruina voy.

En la cafetería de la librería disfrutamos sin prisas -y sin sustos- nuestro té y nuestros bocadillos exóticos deliciosos al paladar. Es un lugar de paz, con una decoración muy sencilla y luces tenues. El slogan del lugar estaba inscrito en la servilleta es 'Coma, Beba, Sueñe'. Vimos correr el agua por la pared decorada con plantas naturales -algunas que recuerdan nuestro trópico- y después de un buen rato nos animamos a seguir caminando.

En el recorrido tropezamos con el que debe ser uno de los centros comerciales más grandes de la ciudad, son varias cuadras pues era inmenso, con tiendas caras como su inmensidad, según pude ver de un vistazo rápido pues ese no era el objetivo del paseo. El centro comercial, que tiene una vista al edificio del Bundesrat (Consejo Federal alemán), desemboca en Postdamer Platz uno de los centros de pujanza capitalista de Berlin en el que ya habíamos estado.  Esta vez llegamos a visitar el Sony Center un sitio con varias salas de cine y opciones de recreación que también es un derroche de tecnología y buen gusto que yo no había incluido aún en los descubrimientos.

Hasta en los paseos diarios hasta o desde la escuela de idioma a la casa siempre descubro algo que me llama la atención. ¿Cómo? se preguntarán algunos, si es el mismo camino cada vez? Cuando se camina por una acera al ir y por otra al regresar se puede disfrutar el panorama de la contraria sin tener que estirar el cuello para mirar los edificios de la acera por la que se camina. Hay veces que he llegado a pensar que el lugar era desconocido para mí, con solo mirar desde otra perspectiva.

La era de la fotografia digital, ahora para suerte siempre conmigo en el móvil, me ha permitio recoger en imágenes lo interesante. Una vez un amigo me dijo algo muy profundo: se empieza a morir cuando en la cotidianidad se pierde la capacidad de asombrarse.  Por eso cada día cuando descubro que estoy viva me siento muy feliz, así que también comparto el motivo de mis asombros con la gente que quiero y que no han perdido la capacidad de disfrutar y temblar ante lo bello.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Yo en otoño


Como todas las cosas en mi vida vienen acompañadas de cierto misticismo que disfruto mucho, creo que esta vez Dios me puso el viaje en otoño para que además de que todo saliera perfecto (perfecto para mí es lograr el objetivo aunque haya mucha batalla por medio) disfrutara los matices de esta estación en el viejo continente.

Paisaje de otoño. Wannsee, Berlin

El otoño tal como se describe en los libros de la escuela primaria de Cuba es la estación donde las hojas de los arboles cambian de color y luego caen. En el trópico es impossible imaginar la singular belleza de esa mezcla de tonalidades que se mueve desde el verde, el rojo, amarillo hasta los carmelitas. En los parques, contrario a lo que pueda pensarse en una ciudad donde todo esta ordenado y limpio, las hojas permancecen junto al tronco de los arboles pues las máquinas de limpiar solo lo hacen por las aceras dejando la fuente de humus en contacto con la tierra. Es un verdadero regalo pasear por areas verdes y jardines y disfrutar las formas de las hojas en esta parte del mundo. Creo sin embargo que los que limpian los parques no lo encuentren tan poético, pero como reza una película siempre la belleza esta en los ojos del que mira.

También el otoño ha sacudido muchas verdades que tenía en mi vida como ciertas que entraron en conflicto con todo lo que había vivido y que ahora ante la observación directa de la aplastante realidad han cambiado de color. Ese duro proceso de aceptación ha sido una de las cosas más dolorosas que he vivido en mi vida y llorado con no pocas lágrimas. Por suerte otros conocedores de las tristezas que causa soltar las hojas en el otoño han estado junto a mí para disipar ese dolor.


Gracias a Dios el tronco, desde el que nacerán nuevas hojas y que se alimenta de lo mejor que vivido sigue igual: llenísimo de esa sabia duradera que es el amor al prójimo y de los mejores deseos para que todos puedan al menos soñar sin restricciones con ver por sí mismos las marcadas diferencias de las cuatro estaciones del año en otras longitudes.

Que tengan un buen domingo.


PD: hoy se celebra el 25 aniversario de la caida del muro de Berlin,
vamos allá a celebrar un mundo sin barreras de ningun tipo.