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miércoles, 20 de abril de 2016

Tulpenfest: La fiesta de los tulipanes

Este domingo se celebró en Postdam, ciudad siempre encantadora a menos de una hora de Berlin la Fiesta de los tulipanes(Tulpenfest 2016). Por el nombre puede pensarse que se encontarán solo tulipanes, o sea esta maravillosa flor símbolo de la primavera pero no, es toda una fiesta de tradiciones holandesas. Vale aclarar que en Postdam hay un barrio holandés que es todo un ícono  de belleza y tradiciones dentro de la ciudad.

Los tulipanes son de una tierna belleza, y una variedad de colores bastante amplia, tenerlos cerca es una de las maravillas de esta aventura europea.

Tulipanes.


Hoy dejo que las imágenes hablen por sí mismas.


Los zapatos de madera, cómodos en verano, calientes en invierno.(según el slogan)

Ah, los Poffertjes...deliciosos con licor no aptos para ninguna dieta

Danza de los mayorcitos, trajes típicos y los zapatos de madera

La danza tiene parte de actuación y buena coreografía.

Tejiendo la lana de las ovejas... funciona ...mira el video debajo

Hilando la holandesa.

Escenario para música tradicional.

Sonaron bien y animaron la multitud.

Como corre tras la "vaca".

Quien dijo que hace falta lavadora :)



Como verán me entretuve tanto en otras tradiciones que al final no le saqué foto a los que vendían semillas de tulipanes.

sábado, 9 de abril de 2016

Oh nein, Deutschland! Fallo de la tecnología o primer escándalo cubano en alemán

Hace unos días hablaba que la gente tiende a tirar un velo de perfección al mencionar Alemania. No los culpo, también yo al inicio. Lo que ocurre es que el que viene con mentalidad subdesarrollada a veces duda de que todo en una sociedad funcione. Un mal funcionamiento es una excepción y se convierten en un verdadero asombro que a veces no sabes cómo manejar. Así guiada por esta idea de perfección teutona un muy frío y lluvioso día de marzo 2015 me dirigí al correo más cercano a echar una carta. La carta no tenía sello (Briefmarke). El correo estaba cerrado pues aún no eran las 8 y abría a las 9. Pero para mi "gran suerte" había un expendedor de sellos (Briefmarkenautomat), un aparato similar a un cajero automático, pero que introduciendo monedas o la tarjeta magnética expendía sellos de cualquier denominación. «Verdad que estos alemanes están "escapados"», pensé. Ah, pero cuando reviso en mi cartera no tenía suficiente menudo pues una carta nacional que era el caso necesitaba 0,65 €. El choque con la nueva tecnología siempre asusta, y bueno yo estaba muy asustada pero debía resolver. El aparato no aceptaba billetes, así que metí mi tarjeta magnética. Luego el procedimiento de seleccionar(auswahlen) el sello, y luego... no entregaba el sello, la tecla Cancelar no funcionaba, y lo que es peor: no salía mi tarjeta magnética.

Expendedor automático de sellos(Briefmarkenautomat)


Me ayudó la solidaridad alemana pues un retirado(Retner) que pasó por allí con su carrito de compras intentó ayudarme. Fue a un taller automotriz del frente y pidió una pinza. Tarea infructuosa, aquello inamovible. Luego localizamos en Internet el número de Deutsche Post y nos dieron la infeliz noticia que demoraban alrededor de cuatro horas en venir pues eso es un servicio centralizado para toda la ciudad. Hasta la 1:00 pm(aún faltaba para las 9:00 am) no vendrían. Agradecí al Retner su ayuda y luego descubriríamos que éramos vecinos pues nos encontramos de vez en cuando en el parque cercano. El correo abrió a las 9 y yo tenía la esperanza de que ellos pudieran hacer algo, pero no.

El asunto se complicaba pues yo tenía una cita(Termin), por lo cual no me podía quedar vigilante de mi tarjeta las cuanto horas. Con mucha humildad y usando lo mejor que pude la formalidad alemana(Bitte, Können Sie...Por favor, podría Ud...) le pedí al empleado de Deutsche Post que le pusiera un cartel al Briefmarkenautomat que impidiera que alguien pudiera coger mi tarjeta. Y el muy cuadrado descaradamente me dijo que no. Le pregunté que si él tomaba la responsabilidad(casualmente me había aprendido esa palabra el día antes Veranwortung y ahí la consolidé). Y el muy degenerado me dijo que no. Ya sin otro recurso que meterle un escándalo cubano en alemán a aquel tipo me viré hacia la cola y con la rabia contenida y llanto de no saber qué carajos hacer lancé un discurso ablanda fibras pero con volumen solariego en mi mal alemán. «Yo no conozco a nadie en esta ciudad, y me pregunto si es posible(möglisch) que nadie me pueda ayudar, es mi dinero(Geld) y no puedo dejar todo mi dinero ahí para que alguien lo coja». Un asustado colega del irresponsable lanzó un «Warte mal!» (Espere) en lo que buscó una precinta oscura y un plumón permanente con el que selló el orificio donde estaba atrapada mi tarjeta y advertía que el equipo estaba fuera de servicio.

Cuatro horas más tarde, cuando pasé a buscar la tarjeta, el irresponsable era toda una ovejita sosegada que hasta se disculpó (Entschuldigen Sie bitte), y me exoneró de enseñar el pasaporte a la colega que me lo pedía para devolverme la tarjeta. No digo yo si me iba a recordar.