Imagen actual más famosa del muro. Galería del Este, Friedrichschain |
Este es solo un botón de muestra en la arista humana de lo que significó el fenómeno macro de la división del mundo en dos ideologías para los berlineses. Fue una pesadilla que comenzó el 13 de agosto de 1961 y terminó el 9 de noviembre de 1989. Constatar la realidad in situ, mirar fotos, videos, hablar con la gente, ha sido una experiencia enriquecedora que te hace pensar -tal vez demasiado- en esas dos divisiones de los buenos y los malos, lo justo y lo injusto, la verdad y la mentira. El cerebro te da vueltas, sientes mareo cuando enfrentas todo lo que un día creíste y ves que el fondo de la realidad no era como te lo contaron. Es doloroso -muy doloroso- el día que descubres que la libertad es mucho más que tener una vida con cierta seguridad. La libertad tiene que ver con que nadie intente frenar tu voluntad de expandirte como ser humano, ni imponerte lo que cree es mejor para ti. Y que la libertad de elección es un derecho irrenunciable del ser humano. Por frenar libertades fue tan controvertido ese muro.
El muro de Berlin cayó. Solo quedan pedazos de aquella pared y la mayoría de los alemanes celebra la reunificación(Wiedervereinigung). Siempre resulta fácil juzgar los hechos del pasado con perspectivas actuales. Y yo no quiero juzgar. El mundo ha sido- y al parecer seguirá siendo- así: unos imponen las reglas del juego a los otros, incluso en cualquier elección el porciento en contra -aun en 1%- se deberá conformar con la decisión de la mayoría. ¿Son buenos o malos? ¿Cuál bondad o maldad prefieres? Muchos otros muros deben ser derribados mientras el mundo se sigue moviendo en ese caldo de cultivo lleno de variables: libertad, dinero, poder, sociedad, igualdad, desigualdad... De momento nada mejor que buscar su propia verdad y derribar sus muros internos, a fin de cuentas esos son los únicos sobre los que se tiene un poco de control.
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