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sábado, 10 de enero de 2015

La nieve y yo

El recibimiento que le hizo la nieve a esta cubana no fue nada halagueño. Estando en Postdam en la visita al magestuoso palacio Sanssouci de Federico el Grande empezó una lluvia muy fuerte con muchos granizos y tuvimos que correr hacia el bus que nos hacía el recorrido.

Minutos después empezó a nevar, en una confusión de lluvia, aire y nieve difícil de describir.  En el último castillo que nos quedaba por visitar la guía pidió la aprobación de los paseantes e hizo la descripción desde el bus aunque dijo que si alguien quería pordía bajarse. Nadie quizo.


Pensé en las lecturas de primaria que hablaban de la nieve especialmente la de las niñas que intercambian nieve europea y lluvia del trópico. Y en la añoranza de los adornitos rusos semiesféricos y transparentes, llenos de agua con copitos de nieve plástica que una vez virados y luego vueltos a su posición brindan el paisaje de una nevada. Me relagaron uno y me duró tan poco! Pues manos extrañas chocaron con él, el agua se escapó y arruinó el sentido de caida de la nieve.

En Postdam yo miré con tristeza a través del cristal los copitos que caían con gracia, tratando de grabar para siempre en mis ojos su descenso mágico. Es la nieve: qué linda.

Días después ya en Berlín, mi esposo me dijo al acostarse a media madrugada: 'hay nieve en el balcón'. Con las primeras luces estaba yo afuera contemplando el espectáculo. Impresionante: 10 cm de nieve. Todo adornado de blanco. Los árboles, qué lindos. Ya no había nieve en la calle pues había pasado el carro que la quita. Hice varias fotos a esa ciudad cubierta de blanco y autofotos. Pero quería una de mejor calidad para mandarle a mi mamita, familia y amigos en el trópico un poquito. Sobre las 10 salió el sol. Lindo y peligroso acontecimiento. 'La va a derretir y yo sin fotos buenas aún', pensé.

'Lo siento, mi amor, despiertáte ahora mismo y captura este momento con la nieve'. Y yo salí al balcón una vez más, la acaricié, agarré un poco con mis manos sin guantes, y no la sentí tan fría, sino tierna, esponjosa... La vi bella y me sentí feliz.

- Nieve, linda tú, le dije al poco atrapado entre mis manos. Aunque algún día te tornes repetitiva, te conviertas en agua y provoques fango, para mí eres y serás definitivamente bella.

- En el futuro recuerda el cuento de Alvarez Guedes y sé fiel a tus palabras, me dijo y se sonrió.

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