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domingo, 19 de enero de 2020

Mi incursión en el teatro



Hace unos días, me reí como una loca mientras caminaba por la calle en una fría mañana berlinesa: recordé mis primeros y únicos pasos como actriz de teatro. Durante el 5to y 6to grados de la escuela primaria, mi grupo fue escogido para representar una obra de teatro. Dos talentosas muchachas, hermanas con un año de edad de diferencia, Berenice y Belsi Sueiro, vecinas del barrio, estudiantes de Instructor de teatro en la escuela de El Yarey, harían su trabajo de tesis con nosotros. En mi escuela rural, jamás se había visto tal cosa pero nos enrolamos en aquella novedad con una dedicación y responsabilidad tremendas. El examen de graduación sería la presentación al final de cada curso.

Fueron largas y divertidas tardes de clases e intercambio. Nos aprendimos los textos y las primeras nociones de teatro y de movimiento en escena. A partir de ahí me encanta ver y leer teatro, aunque hace varios años no leo. Aún recuerdo el nombre de las obras: "Cacho y los hurones" y "Un cangrejo en apuros". En la de Cacho tuve el protágónico: Cacho, un perro viejo al que los hurones burlaban para atacar el cañaveral de un campesino, interpretado por mi prima Yaquelín. Recuerdo que el final era aleccionador, capturaban a los malechores, se hacía justicia y pronunciaban un discurso.

El día de la presentación, el patio de la escuela estaba a tope. Todo el barrio participó de este evento, nunca visto hasta entonces, en aquel paraje rural. La presentación fue casi perfecta hasta que el juez que arreglaría cuentas a los hurones tuvo que decir su discurso. Nuestro artista de vez en cuanto gagueaba y atacado por la emoción de este cierre, con la dramaturgia por todo lo alto, no lograba pasar de la primera palabra Co-Co-Com-pa- ñeros. No recuerdo como él llegó al final del discurso, solo que el saludo final fue desde el llanto ahogado de todo el elenco de jóvenes promesas, al grito pelado pues pensábamos que por el fallo de nuestro amigo, la profe no se podría graduar. Al final se graduó con excelente, felicitaciones y aplausos. Aquella experiencia con el teatro sin dudas, nos dejó lecciones de amistad y amor mucho más duraderas, esas que llaman cositas simples, esas que sirven para vivir.


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