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lunes, 15 de diciembre de 2014

El encanto de Hanover

Este fin de semana lo pasamos en Hanover(Hannover, en alemán y se pronuncia Hanofa). Aprovechamos las vacaciones obligadas para desconectar y aceptar la invitación de una de mis grandes amigas que hace algunos años vive allá. Fuimos en el IC (Tren rápido, el Inter Cities) e hicimos el viaje en algo menos de 2h. Ella y el esposo nos estaban esperando, fue muy emotivo el encuentro hacía 9 años no nos veíamos. De la estación a su casa son unos viente minutos en carro pues ellos viven en un pueblito cercano que de tanto crecer la ciudad ya están pegados.

Ese día cenamos con ellos y hablamos hasta después de la una de la mañana bebiendo un vino muy rico que se llama Caperucita Roja(Rotkäpptchen, el nombre original en alemán). Brindamos con tremendo gusto por la justicia divina que al fin apartó del camino a una mala yerba, responsable de tanto daño a la Biotecnología cubana con su despotismo, oportunismo y todos los malos -ismos que tiene el idioma español.

El sábado después de desayunar muy fuerte a lo alemán salimos a dar una vuelta por la ciudad. Donde primero fuimos al ayuntamiento pues las maquetas que hay ahí son claves para entender la historia. La primera maqueta es de 1689 cuando es aún un poblado, luego una del 1939 antes de empezar la Segunda Guerra Mundial, otra de 1945 después de la guerra y una actual.

Hanover fue practicamente destruida con la segunda guerra mundial pues había una fábrica productora de combustible y esto la convirtió en objetivo de bombardeo de ambos bandos. Lo curioso es que tan solo 10 años después de la guerra fue completamente reconstruida por las mujeres y niños principalmente.
Del centro histórico con tanta bomba no quedó mucho, solo el ayuntamiento, la iglesia más antigua y unas pocas manzanas.

Como en toda Alemania en estas fechas disfrutamos allá de los mercados de navidad (WeinachtenMarkt). Cerca de los restos de muralla que otrora rodeó la ciudad, el mercado navideño simula un mercado medieval, herreros, artesanos, vestidos a la antigua usansa en en un ambiente muy disfrutable.

Tropezamos con la Iglesia de la Cruz, muy antigua (Kreuzkirche) pues la primera parte se hizo en 1333, cuando Colón ni pensaba nacer, y luego en el siglo XVII se amplió y en 1960 fue restaurada por los planos originales. O sea que es una verdadera joya este lugar.

Luego caminamos por el lo que viene a ser el paseo del Prado de Hanover y pasamos por un mercadito asiático donde una vez más pude disfrutar el efecto positivo de la globalización que me permitió comprar unos plátanos macho tailandeses, unas yucas vietnamitas y unas malangas chinas para saborear en los próximos días una comida cubana.

A petición nuestra el fin de semana estuvo lleno de tradiciones y especialidades alemanas, con el objetivo de incursionar en la cultura del país que nos acogerá por algún tiempo. De las tradiciones alemanas nos gustó mucho la prirámide. Lo mismo hay en las calles de gran tamaño que se venden réplicas pequeñitas hechas de madera para llevar a casa. Las pirámides tienen una élice superior que en el caso de las pequeñas se mueven por el calor del humo de las velas. Es muy relajante ponerse a mirar esto. También está el hombrecito humo que se le pone un incienso encendido dentro y hecha humo por la boca.

La especialidad de la cena fue Roulade  que es un rollo de carne de res sasonado con especias y enrollado con baicon, pepilllos,etc... esto se fija con palillos y se asa a fuego muy lento en el horno. El plato se acompaña con pastas alemanas (espaguetis aplanados), brocolli al vapor y se sirve con una salsa de vegetales cuyos componentes me habian llamado ya la atencion en los mercados, pues vienen juntos en el mismo paquete, apio, zanahoria y par de cosas más.

El domingo estuvimos tranquilos en casa, y disfrutamos de la ceremonia alemana del café o té con Kuche, (se lee kuje). Los Kuche son tortas, oh Dios, no aptas para ninguna dieta, exquisitas, pero lo mismo de chocolate, de natas, de quesos, que rellenas con frutas.

Regresamos a Berlin en la tarde noche, en esta época del año se hace de noche muy rápido, sobre las 4 pm. Salimos de Hannover a las 5:20 y a las 8 de la noche, gracias a Dios, ya estabamos en la casa.

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