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martes, 1 de marzo de 2016

Oh nein, Deutschland! ... y la primera frase aprendida en la calle



Pues sí que hace días tengo esta idea en la cabeza y como no dejo que las ideas me acosen demasiado y también cuento con la anuencia del otro protagonista de la aventura germana me he decidido a contar algunos episodios inéditos de esta estancia en Alemania que ya pasa de un año. Habrá mezcla de idioma también pero la idea es guardar nuestro paso por aquí.

Un tiempo antes de salir de Cuba, para disipar miedos le escribí a una de mis mejores amigas, la que consideraba que era la más adecuada para darme una visión general de esa experiencia que es abandonar sin fecha de regreso el lugar donde se nació. En un correo que casi puedo repetir de memoria por las veces que leí, incluso ya estando en Berlin, me dio su perspectiva de este fenómeno. Pero me dijo ahora mismo no lo mires como un problema, míralo como que tienes más opciones, y vívelo como una aventura. No lo niego ese término me cautivó… y me animó a vivir mi aventura europea.

La mayoría de la gente tiende a tirar un manto endulzado sobre lo que es vivir fuera de Cuba. Y conozco gente que dicen: Alemania , ah, estás en lo máximo. O sea creen en la perfección teutona y en la total ausencia de problemas, descalabros, situaciones difíciles, o sea un bello jardín donde se vino a pasear. Pero como diría quien lo dijo: La realidad es definitivamente más rica en matices.

Estas peripecias irán bajo el título Oh nein, Deutschland. El inicio de la frase, nos lo regaló un precioso niño de dos años y medio y literalmente es decir Oh no! La frase puede expresar un fastidio gracioso por algo que te viene encima y que definitivamente tienes que asumir. Y aquí les dejo con la historia de la primera frase que aprendí en la calle….

Hey Leuteeeee!!! o apártate que te llevo
 

¡Eh, gente! (Leute), nuestra aventura comenzó, al menos para mi, viviendo en Charlottenburg, hermoso barrio del oeste Berlín que pertenecía a la parte inglesa durante la guerra fría. A pocos días de llegar para no perder tiempo e ir adelantando con el idioma me inscribí en la Volkshochschule de esa zona(escuela pública donde imparten diversos cursos). Para bajar de peso, pues llegué a Berlin con unas cuantas libras de más y quizá yo sea de los pocos casos registrados que al salir de Cuba pierden peso, yo hacía diariamente al menos uno de los dos recorridos de ir o venir a pie. Salía una hora antes de casa y caminaba los cuatro km hasta la escuela tratando de mantener un paso acelerado en todo momento.

Los recorridos hasta la escuela tenían además el valor de ir descubriendo cosas. Mientras caminaba miraba sin detenerme demasiado la arquitectura de esos robustos edificios, tratado literalmente “disfrutar el camino”. De vez en cuando hasta una que otra foto tiraba con el móvil para compartir con los amigos y que me acompañaran en esos momentos maravillosos de descubrimiento. Una de las primeras veces de este recorrido, a solo tres cuadras de la escuela mientras esperaba el cambio de una luz en el semáforo junto a otra compañera de aula que encontré en el camino, atiné a ver segundos antes de lo que pudo ser un accidente a un acelerado ciclista que nos gritó con toda la fuerza de sus pulmones: Hey Leuteeeee!!!! (¡Eh, genteeeee! ) para pasar casi rozándonos la nariz a toda velocidad en una bicicleta.

«¿Pero qué carajo es esto?»- se me escapó en el más asustado y sonoro castellano. Mi compañera de clases se quedó blanca como un papel y casi de piedra en lo que ponían la señal del Ampelmann en verde para poder cruzar. Por coincidencia histórica la clase de ese día fue sobre el transporte en Alemania. Ahí supe que el acelerado ciclista tenía la razón pues estábamos parados en su Fahrradbahn. En Berlin las bicicletas, distinto a Cuba, van por la acera, generalmente esta banda o senda es de un material distinto o está pintado y te das cuenta. Claro, Leute, cuando lo sabes. Ahora mientras andamos de caminata berlinesa solo una frase basta: Hey Leute! Y nos apartamos de la zona de peligro.

Fahrradbahn entre el cesped y la acera. Kulturforum, Berlin






3 comentarios:

  1. Ayy si lo supiera yo. El primer año apenas mandé fotos a menos que estuviera forrada de abrigos porque bajé no sé cuantos kilos. Te tengo una buena que igual no te he contado pero muchos ya la saben.
    En Bilbao en el casco histórico, hay un baño público así muy sofisticado con puertas de metal.
    La gente sale se pone una luz en verde y enseguida en rojo. Pasados unos minutos se pone en verde otra vez y pasa el siguiente.
    Yo decía, qué gente más tonta. Mejor sujetar la puerta en el momento que sale uno que está en verde y ya entras. Yo me hacía mucho pis ese día.
    ¡Total que apliqué mi lógica aplastante, que lista yo!
    Tan pronto entré me dio una sensación de oh oh. Se puso la luz en rojo y no podía abrir la puerta para salir. ¿Cuál era el significado de esa luz en rojo? - Pues que el baño sofisticado se limpiaba solo y salían chorros de agua a toda propulsión de los sitios más insospechados. Empezó por el suelo, por las esquinas y los fui esquivando ágilmente. De pronto otra idea brillante, ponte encima del vater. Y oh oh, me vino la respuesta un segundo tarde: lo principal es higienizar el vater. Así que me cayó desde el techo un chorro de agua impresionante con productos de limpieza todos muy olorosos.
    Salí que ni un pollo mojado me hacía nada, menos mal que era pleno verano.
    La gente que esperaba debió pensar que estaba loca porque no paraba de reírme, pero reírme con ganas eh!

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    1. Dicho de forma más bonita: nos mató el subdesarrollo. Creo que oí una parte de ese cuento una vez que nos vimos, no recordaba hubiera sido tan catastrófico! y por esa historia no sido capaz de entrar a un banno público de esos sofisticados, por lo menos hasta que tenga más confianza con el idioma.

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  2. Muy importante, lo tendré muy en cuenta si doy alguna vuelta por ese barrio

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