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sábado, 26 de marzo de 2016

Oh nein, Deutschland! Buzos cubanos en Berlin



Desde el año 2000 no he tirado un papel fuera de un cesto. Esa enseñanza de vida me vino por una canadiense en el congreso de la OCLAE cuando me pidió la envoltura de un caramelo que yo me aprestaba a lanzar por la ventanilla del bus. Sentí tanta vergüenza por mi irresponsabilidad en la limpieza de mi propio país que desde entonces puedo cargar cualquier papel, servilleta usada ya sea en abrigos o carteras durante mucho tiempo a la espera de que aparezca un cesto en mi camino. Durante un viaje Hannover-Berlin guardé en unos de los bolsillos de mi abrigo chubasquero dos servilletas a la espera de un cesto. Unos días después en la calle descubrí que aún andaba con las servilletas, pero le sumé otra que envolvía una manzana que me estaba comiendo. Ya el bulto de era claramente visible y me dije: «En cuanto te bajes en la estación botas tu pequeño microvertedero en el primer cesto que encuentres». Y así lo hice. Ya liberada de mi carga de papeles, me monté relajada en el cambio de tren hacia la casa para disfrutar así de un merecido descanso en una helada tarde de invierno berlinés.

Cual no sería la sorpresa cuando intentar abrir la puerta me doy cuenta que no traía las llaves. Suerte que mein Mann estaba en la casa y pude entrar. Como una demente vacié mi cartera y bolsillos. Repetí en mi mente la trayectoria paso a paso hasta el momento en que casi con toda seguridad boté las llaves en el cesto enredadas en las servilletas. Se me unieron el cielo y la tierra en un estruendo en el que explotaron varias neuronas en mi cerebro ante ese delicado gran problema. Sin perder mucho tiempo hicimos el camino de regreso bajo un frío con nieve fangosa de -2 grados y una ventisca que recordaba la estepa rusa hasta el cesto receptor de las llaves. Metí mi brazo con guantes por la pequeña abertura y a escarbar . A esa hora tienes la impresión de que todo el mundo te mira, que el universo se detiene en ese instante bochornoso… «La única ofensa es tener testigos», pensé en Silvio Rodríguez, y pedí a Dios que no pasara ningún conocido. Como tengo los brazos cortos y el cesto era un poco más largo que lo que podía alcanzar, mi partner se solidarizó conmigo y también buscó algún sonido esperanzador. Búsqueda infructuosa. «Hace diez minutos vaciaron los cestos», nos confirmó un vendedor de Curry Wurst testigo presencial de nuestra búsqueda. «Es que perdimos un papel importante», intentamos explicar nuestro «buceo».

El resto de la noche fue en un mercado enorme, digámoslo eufemísticamente, mejorando nuestro vocabulario en alemán relativo a las Schlüsseln(llaves), cambio de llavín (Türschlüsseln), que por cierto la traducción en Google Translator decía otra cosa. Lograr que los servicios desbloqueadores de puertas entendieran nuestro problema fue infructuoso, por suerte, pues querían cobrar un ojo por la nocturnidad y como teníamos otra llave no había necesidad de tanta urgencia. La aventura, como cada cosa incontrolada, costó unos 150 euros, sin contar el tiempo de escribir carta de autorización especial (Genehmigung) para la nueva llave del edificio, medir nuestra puerta, encontrar un nuevo llavín que viniera bien. No le contamos a nadie nuestro imprevisto y vergonzoso tormento hasta hoy, pero al fin y al cabo el tigre europeo no estaría completo sin esa raya del «buceo» en Berlín.

3 comentarios:

  1. Jajaja, estas son las cosas que muchas veces suceden a los nobles corazones, pero lo más importante omitido en el relato, seguramente por olvido o modestia, es que aun bajo el riesgo de botar cosas importantes, sigues cargando con lo desechable mientras no aparezca el depósito adecuado para dejarlo.

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  2. Gracias por el comentario. Yo sigo cargando papeles,y no pienso renunciar a eso. Por supuesto extremo las medidas desde entonces, no usaré para esto el mismo bolsillo que para las llaves.:)

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  3. Con el tiempo ...solo con el tiempo... podemos hacer choteo con estas cosas para reírnos (humor negro diría yo jajajaja)... pero que en el momento son pequeñas-grandes tragedias.... Realmente todo allí está tan cronometrado y es tan perfecto que no contaron con que la basura se bota de los cestos públicos cada cierto tiempo "religiosamente". No es el trópico (y me refiero al país donde vivo).... Y bueno la lección y la seguridad tuvieron su precio bien pagado.

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