Para
los que han seguido nuestras andanzas acá en Berlin saben que tuve
la suerte de llegar a tiempo a la celebración del 25 aniversario de
la caída del Muro de Berlin. Al ser un aniversario cerrado se
hicieron muchas actividades, y se exaltó esta historia la cual yo
había escuchado de forma distinta en Cuba. Aún cuando en medio del frío
había gente cantando en la calle para vivir y otros pidiendo
limosnas vi con mis ojos un ambiente generalizado de carnaval, de
alegría, no vi a nadie en la calle ni en la televisión queriendo levantar la pared divisoria de nuevo. Toda la
historia del muro, desde su construcción hasta su caída, es una de las atracciones turísticas más fuertes de la
ciudad.
El
primer encuentro con la historia poco conocida en Cuba fue en una
preciosa exposición en el mismo centro comercial y de pujanza
capitalista de Berlin, Postdamer Platz. Con fotografías, videos,
paredes del muro, alambres de púas y vallas de no acceso, recreaba
lo que significó ese muro para los alemanes. La historia contada en
esta exposición puso en tela de juicio muchas teorías acuñadas
como ciertas en mi vida y fue el primer indicio de que tenía que
buscar mi propia verdad al respecto.
Sobre
el segundo encuentro con el muro, me venció la falta de inspiración
y no conté el recorrido hace algunas semanas por Check Point
Charlie. Este lugar con nombre muy sonoro es la visita obligada de
los turistas norteamericanos en esta ciudad: era la puerta de entrada
a la sección estadounidense durante los años que duró la división
y la guerra fría. En Check Point Charlie se recrea -con toda la
fanfarria posible- el paso a la sección americana. Se mantuvo la
garita y hay muchachos vestidos de soldado con banderas de ese país
que se tiran fotos con los visitantes. En esa cuadra se venden muchos
souvenir de lo que fue la historia del muro -incluidos pedacitos del
muro- y ondean banderas de las potencias dueñas de Berlin,
incluyendo la bandera roja con la hoz y el martillo. Para hacer ya
tributo completo a la exaltación estadounidense del lugar hay un Mc
Donalds, con buena cantidad de clientes haciendo cola, cosa bien rara
por estos lugares.
En
Check Point Charlie hay además una exposición fotográfica
permanente de los años de la guerra fría, donde aparecía la crisis
de los misiles en Cuba como uno de los momentos cumbres. Ya
pensábamos que con este sitio teníamos suficiente con el muro pero
esta semana hicimos otro hallazgo, mucho más placentero.
En
una zona de la ciudad llamada Friedrichshain se conservó
un poco más de
un kilómetro del
muro para crear la llamada Galería del Este. Está dedicado al arte urbano
contemporáneo y participaron más de 100
artistas. A ambos lados de
lo que fue la pared divisoria hay obras
exaltando la libertad y la paz, el
mundo y sus
grandes contradicciones. Dentro de las
obras a destacar hay una dedicada al famoso
beso en la boca entre entre
los líderes comunistas Erich
Honecker,
de Alemania Oriental y
Breznev,
de la Unión Soviética, durante el 30 Aniversario de la República
Democrática Alemana
en Junio de 1979,
llamada
"El Beso de la Muerte" pintada por Dimitri Vrubel debajo
hay un cartel que dice
"Dios, ayúdame a sobrevivir a este amor letal".
Por
la parte oeste de
esta gran obra de arte colectiva está la
rivera del río Spree. Aquí el
puente Oberbaumbrücke
con sus torres de
ladrillos rojos es un verdaero encanto.
La gente se
sienta en el césped en
esta época de primavera como los pollitos a coger sol, a
leer, a hacer picnic, tomar cerveza, a
conversar y a romancear.
En el río Spree hay varado
un hotelito flotante, que tiene pinta de ser un maravilloso espacio
para consumar cualquier escape emocional.
Del
lado este (la exsoviética) está el centro O2 World, sede de eventos
deportivos y artísticos, viene a ser el coliseo berlinés. También
está una sede del emporio comercial de Mercedes Benz, precioso e
imponente edificio, con su logo girando en lo alto y una agencia de
ventas en el primer piso.
Caminamos
por ambos lados del muro, recreamos la vista con las obras,
disfrutamos el sol, el aire puro y fresco. Pudimos abrir nuestros
abrigos y exponer sólo nuestra primera capa de ropa, inimaginable
sentimiento de alegría veraniega este de poder abrir el abrigo en la
calle sin morir congelado.
En
el mundo hay, como bien escribió
Eduardo Galeano,
muchos muros que deben caer. Muchos muros en los que murieron y
siguen muriendo
anualmente muchas personas más que las que murieron en toda la
existencia del muro berlinés cuya caída fue tan difundida en el mundo, mientras se guarda silencio de que siguen ocurriendo en otros muros. Y se preguntaba Galeano ¿Por
qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos?
A lo que he vivido, yo también voto por un mundo sin muros: los muros frenan, causan dolor, separan. También pensando ya en el orden personal, definitivamente es mejor derribar nuestros muros internos que pasar la vida entre ellos temerosos y atrapados. Ya me dirán ustedes.
A lo que he vivido, yo también voto por un mundo sin muros: los muros frenan, causan dolor, separan. También pensando ya en el orden personal, definitivamente es mejor derribar nuestros muros internos que pasar la vida entre ellos temerosos y atrapados. Ya me dirán ustedes.